Los sueños de Donald Trump son grandes, húmedos, casi acuosos, incluso desmesurados. Un día sueña con anclar el asta con la bandera estadounidense en la isla de Groenlandia, al siguiente con arrebatar el canal a Panamá y poco después con adueñarse de Gaza, limpiarla de la basura que ha dejado la guerra –y de dos millones de palestinos–, para construir un resort a la orilla del Mediterráneo. Se trata de la Riviera del Medio Oriente, un lugar “increíble”, “internacional”, “magnífico” en los 40 kilómetros de costa palestina. En los sueños de Trump, los obstáculos geográficos, históricos, políticos, militares, morales o sociales son irrelevantes. El problema es que Trump está escoltado por un grupo numeroso de facilitadores con intereses muy variados que están allí para complacer sus caprichos y desvaríos sin medir costos ni consecuencias.
Muchos de los anuncios y decretos de las últimas dos semanas tendrán un impacto profundo y de largo plazo dentro y fuera de Estados Unidos, sin considerar incluso el golpe brutal que representan para la democracia, las aspiraciones de libertad y la soberanía de otros pueblos.
El caso de la agencia estadounidense para el desarrollo internacional, USAID, es ilustrativo. Solo en Colombia, USAID aporta 330 millones de dólares en ayuda a la sociedad civil, como lo reportó El País la semana pasada. Las distintas ongs que reciben estos aportes han sido esenciales para apuntalar la precaria paz colombiana y manejar el colosal flujo migratorio, en particular de venezolanos, durante la última década. Se trata de una sentencia de muerte emitida contra esas organizaciones, cuyas operaciones dependen en un 70% de la financiación estadounidense.
Sin embargo, la acción de USAID abarca ámbitos tan distintos como el medio ambiente, los derechos humanos, la educación y la lucha anticorrupción. Los criterios establecidos por el Departamento de Estado de Estados Unidos para garantizar las ayudas son casi risibles, por lo obvias que son las respuestas: “¿Hacen a Estados Unidos más seguro? ¿Hacen a Estados Unidos más fuerte? ¿Hacen a Estados Unidos más próspero?” En el caso de Colombia, una mayor estabilidad interna implica una mejor calidad de vida para los colombianos y los inmigrantes, lo que significa menos presión migratoria. Para Trump, el problema de quienes migran al norte del Río Bravo es que roban empleos y hacen a su país más inseguro –esto es desde luego falso.
La prensa independiente es uno de los sectores de la sociedad civil que más sufrirá con el cese parcial o total de los aportes de USAID. Hablé con dos colegas que dirigen medios de alta relevancia en países latinoamericanos con situaciones diferentes pero muy desafiantes. Para uno de ellos, la suspensión es el equivalente a un torpedo lanzado contra la línea de flotación de su nave; para el otro es crítica pero no letal. En países autoritarios como Nicaragua y Venezuela, el periodismo independiente no puede sostenerse con la venta de publicidad ni aportes privados que son criminalizados.
El menguante aporte de filantropías internacionales y de las ongs, financiadas a su vez por órganos como USAID, es la principal fuente de ingresos para operar y vencer la censura. Eliminar esos apoyos es “un espaldarazo para regímenes autoritarios”. Esto quiere decir más vida para dictadores como Maduro y Ortega, y autócratas como Bukele, quien no por casualidad tuiteó celebrando la noticia. USAID es, en realidad, un importante brazo del soft power estadounidense que se encarga de promover valores asociados a Estados Unidos.
Según encuestas, el público la ve como parte de la burocracia parasitaria que detesta. Además, considera que la ayuda extranjera es un desperdicio del dinero de los contribuyentes. Puede que haya cierto nivel de desperdicio de recursos y excesos de burocracia, pero de ahí a que no tenga una importancia estratégica para el gobierno hay un buen trecho. Como explica una nota de Político, la mayoría de los estadounidenses no tienen ni idea de lo que es USAID, y mucho menos de lo que hace. De hecho, gran parte del país cree erróneamente que la ayuda exterior constituye hasta el 25% del presupuesto federal, cuando en realidad está más cerca del 1%.
El ataque contra USAID es solo el primer paso de muchas embestidas que vendrán de Trump y sus aliados contra el llamado Deep State. Trump tiene razón en que la burocracia del Gobierno federal de Estados Unidos es un rival de cuidado. Esos más de dos millones de empleados, muchos de ellos profesionales de carrera, que Elon Musk quiere descabezar a través de su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), no son una mera burocracia: forman la columna vertebral del sistema institucional y encarnan los valores y prácticas de la república estadounidense.
Deshacer el Estado es sin duda el sueño común de Trump y los guerreros MAGA, pero el Estado es un elefante que hay que comerse por pedacitos. Me refiero a que ellos saben que, para lograrlo, deben primero cooptar las instituciones y controlar la opinión pública eliminando la competencia informativa. La prensa ha comenzado a sufrir cambios en su línea editorial y esto se traduce en una mayor confusión y manipulación de la información.
El control informativo es esencial para el éxito de este plan maestro: todo comienza con los inmigrantes, sigue con USAID, avanza hacia la prensa y, finalmente, podría afectar hasta Gaza. La resistencia debe comenzar ya, desde la sociedad civil que se organiza para presionar en defensa de sus derechos y de un gobierno federal que actúe en beneficio del pueblo y no como patrimonio de Trump y sus cómplices.
Durante un tiempo, Estados Unidos fue un imperio controlado por una república constitucional, pero hoy esos límites están siendo borrados, poniendo en riesgo la esencia misma de la democracia. Si Trump implanta su hegemonía a través de un control pleno del sistema institucional, podría convertirse en un César elegido democráticamente, llevando la agenda trumpista más allá de las fronteras estadounidenses.
Análisis del Impacto de las Decisiones de Trump y USAID en la Democracia Actual
La reciente suspensión de fondos por parte de la agencia USAID a organizaciones en América Latina, particularmente en Colombia, podría tener consecuencias devastadoras para la institucionalidad y la democracia en la región. La falta de apoyo a entidades que han trabajado por los derechos humanos y la paz pone en jaque no solo el futuro inmediato de estos países, sino que también contribuye al fortalecimiento de regímenes autoritarios. La manipulación de la información y los ataques a la prensa independiente son estrategias que podrían socavar aún más los cimientos democráticos, generando un círculo vicioso de control y represión. Esta situación requiere una respuesta urgente de la comunidad internacional, así como la movilización de la sociedad civil para preservar los valores democráticos.
Preguntas Frecuentes sobre el Impacto de USAID y la Administración Trump
¿Cómo afecta la suspensión de fondos de USAID a las organizaciones en Latinoamérica?
La suspensión de fondos de USAID afecta gravemente las operaciones de muchas organizaciones en Latinoamérica, que dependen de estos recursos para promover la paz, los derechos humanos y la estabilidad social.
¿Qué implicaciones tiene el enfoque de Trump en la política exterior sobre la democracia?
El enfoque de Trump en la política exterior, especialmente a través de la restricción de ayudas y el ataque a la prensa independiente, puede debilitar las instituciones democráticas tanto en Estados Unidos como en otros países, favoreciendo el ascenso de regímenes autoritarios.
¿Cómo está cambiando la dinámica de la prensa bajo la administración de Trump?
La prensa enfrenta cambios significativos en su línea editorial y en la libertad de expresión, lo que puede resultar en una desinformación generalizada y en el debilitamiento del debate crítico, esencial para un funcionamiento democrático saludable.
Enfrentando el Desafío de la Democracia en Tiempos de Cambio
Las decisiones tomadas en los últimos días por la administración Trump revelan un panorama complejo donde el futuro de la democracia está en juego. En un contexto donde los pilares democráticos se tambalean, es fundamental que los ciudadanos permanezcan informados y activos en el proceso político. La organización social y la defensa de los valores democráticos son vitales para contrarrestar las tendencias autoritarias y garantizar un Estado que realmente represente los intereses de su pueblo, en lugar de ser un instrumento de poder para unos pocos.