La revista Forbes publicó este verano que la estadounidense Scarlett Johansson ocupaba la primera posición de la lista de actrices mejores pagadas del mundo. Según estas cifras, Johansson ganó entre junio de 2017 y el mismo mes del año siguiente un total de 40,5 millones de dólares (unos 35 millones de euros). Ese dulce momento económico es el reflejo de su éxito en películas muy bien recibidas por la taquilla como Lucy o la saga de Los Vengadores. La intérprete, de 34 años, se encuentra en la cima de su carrera en Hollywood.
Sin embargo, la fama conlleva consecuencias indeseadas y ha convertido a Johansson en la protagonista de un tipo de filmes totalmente diferentes a lo que nos tiene acostumbrados: las películas porno. Pero no es porque se haya cambiado de sector dentro de la industria cinematográfica, sino que se ha convertido en la víctima del deepfake, una corriente de salidos virtuales que se valen de un software de inteligencia artificial para crear vídeos porno falsos con las caras de famosas.
Si ha habido una actriz con la que este fenómeno se ha cebado especialmente esa es Scarlett Johansson, cuyo rostro ha sido manipulado por estos montadores en más de una decena de veces. El problema es el éxito de público que cosechan estos vídeos: uno de ellos ha alcanzado los 1,5 millones de reproducciones.
La intérprete ha concedido recientemente una entrevista al periódico The Washington Post en la que se la ha preguntado al respecto. "Creo que es inútil el intentar perseguir esto de forma legal, sobre todo teniendo en cuenta que Internet es un vasto agujero de oscuridad que se come a sí mismo", dijo Johansson. "No hay nada que pueda evitar que alguien corte y pegue una imagen mía o de cualquiera, ponerla en un cuerpo diferente y que parezca lo más realista posible. Tratar de protegerte a ti mismo de Internet y su depravación es básicamente una causa perdida."
¿Existe algún mecanismo jurídico para frenar la proliferación de estos vídeos? La realidad parece ratificar el pesimismo de la protagonista de Ella: al utilizar estos montajes imágenes públicas, la creación puede ser considerada como libertad de expresión. "Internet es uno de los muchos lugares donde el sexo vende y donde las personas vulnerables pueden ser un objetivo. Es solo cuestión de tiempo antes de que cualquier persona pueda ser víctima", manifestó la actriz.
No obstante, Johansson también señaló que "hay muchas cosas más perturbadoras en la parte oscura de la web que esto, lamentablemente. Esto no me afecta tanto porque la gente asume que en realidad no soy yo en una película porno, por muy degradante que sea". Ella misma también fue víctima en el año 2011 de una filtración por un hacker de unas fotos personales en las que aparecía desnuda.
El impacto de la desinformación y la tecnología deepfake en la imagen pública
La situación de Scarlett Johansson resalta un problema creciente en la intersección de la fama, la imagen digital y la tecnología. El uso de deepfakes no solo plantea inquietantes preguntas sobre la privacidad y la seguridad, sino que también abre un debate sobre las implicaciones legales de manipular la imagen de una persona sin su consentimiento. A medida que estas tecnologías se vuelven más accesibles, el riesgo de que las figuras públicas sean objeto de desinformación se incrementa, lo que puede tener efectos devastadores en su reputación y bienestar. Este fenómeno no solo afecta a las celebridades, sino que puede extenderse a cualquier persona, convirtiendo a la sociedad en un territorio donde la información falsa puede prevalecer fácilmente sobre la verdad.
Preguntas frecuentes sobre el impacto de los deepfakes en la industria del entretenimiento
¿Qué son los deepfakes y cómo afectan a los famosos?
Los deepfakes son videos manipulados mediante inteligencia artificial que reemplazan el rostro de una persona por el de otra. Esto puede dañar gravemente la reputación de las figuras públicas, llevando a situaciones como las descritas por Johansson.
¿Cuál es la postura legal actual sobre el uso de imágenes de celebridades sin su consentimiento?
Actualmente, el uso de imágenes públicas en montajes puede estar protegido por la libertad de expresión, aunque esto plantea dilemas éticos y legales que aún no se han resuelto completamente.
¿Qué medidas se están tomando para proteger a las personas de la manipulación digital?
Si bien hay discusiones sobre la regulación del uso de tecnologías de manipulación digital, aún no se han implementado leyes contundentes que protejan de manera efectiva a las víctimas de deepfakes.
La necesidad urgente de un marco legal frente a los desafíos digitales modernos
La creciente utilización de la tecnología deepfake requiere una atención inmediata tanto a nivel legal como social. A medida que se desarrollan nuevas herramientas, las figuras públicas y las personas comunes por igual se ven en un entorno donde su imagen y privacidad podrían ser fácilmente comprometidas. Esta problemática plantea la necesidad de una regulación más clara y protectora que además fomente la educación digital, ayudando a los usuarios a navegar por un mundo en el que la línea entre lo real y lo falso se ha vuelto cada vez más difusa.