Joe Biden se despidió este martes de la política internacional, a la que ha dedicado la mayor parte de sus más de cinco décadas en política. Lo hizo en el escenario más trascendental al que un estadista interesado en asuntos globales pueda aspirar: el Plenario de la Asamblea General de Naciones Unidas. Su discurso, así, tuvo un cierto carácter de cierre de una carrera política en la que la política exterior ha sido su principal área de interés, con sus luces y sus sombras. A fin de cuentas, fue su compañero de gabinete, Robert Gates, que ejerció el cargo de secretario de Defensa con George W. Bush y con Barack Obama – cuando Biden era vicepresidente – quien escribió de él que «creo que se ha equivocado en prácticamente todos los grandes asuntos de política internacional en las últimas cuatro décadas».
Gates incluyó esa cita en sus memorias, publicadas hace exactamente una década. Nadie le ha preguntado sobre si cómo Biden ha reaccionado a las crisis del mundo en estos últimos diez años le han redimido de esas cuatro décadas. Hoy, sin embargo, Gates apoya a la candidata Kamala Harris, lo mismo que su sucesor con Obama, Chuck Hagel, que también es republicano, e incluso que uno de los secretarios de Defensa con Trump, Mark Esper. Eso parece indicar que para el ex secretario de Defensa hay opciones peores que Biden o que su heredera designada (al menos, como candidata), Kamala Harris. Muchos de los asistentes a la Asamblea General de la ONU coinciden con esa visión. Especialmente, los europeos.
Biden empezó diciendo: «Apreciados líderes: hoy es la cuarta vez en la que he tenido el gran honor de hablar ante esta Asamblea como presidente de Estados Unidos. Será la última. He visto los enormes movimientos de la Historia». Y concluyó: «El poder de los pueblos es gigantesco, y me hace más optimista de lo que he sido nunca. Desde que fui elegido para el Senado de Estados Unidos por primera vez en 1972, toda época tiene sus retos. Los vi cuando era joven, y los veo hoy. Pero somos más fuertes unidos que solos. Y lo que la gente llama «imposible» es solo una ilusión. Nelson Mandela dijo: «Todo parece imposible hasta que se hace». Mis compañeros líderes, no hay nada de lo que seamos incapaces si trabajamos juntos. Trabajemos juntos».
A lo largo de estas cinco décadas, EEUU y Vietnam han pasado de estar en guerra a tener una relación política, económica y militar estrecha. El espectro de un conflicto atómico se ha desvanecido casi por completo. Y la pobreza en el mundo ha experimentado la mayor reducción de la Historia.
Pero Biden no pudo escapar de la realidad. Los conflictos de Ucrania, Sudán, Haití y, sobre todo, Oriente Próximo, marcaron parte de su mensaje. En especial, la escalada de los combates entre Israel y Hizbulá en Líbano. El presidente estadounidense hizo un llamamiento a un aliado de Estados Unidos, Israel, para que detenga la escalada militar en Líbano y evite «una guerra generalizada» que, dijo, «no es en el interés de nadie». Biden insistió en que «incluso aunque la situación haya experimentado una escalada, una solución diplomática todavía es posible. De hecho, sigue siendo el único camino para un sistema de seguridad que dure y que permita a los residentes de ambos países regresar a sus hogares y en paz».
Biden dijo que «desde el 7 de octubre llevamos intentando evitar una guerra regional», en referencia al mensaje enviado por Washington a Tel Aviv tras los atentados de Hamás que desencadenaron la guerra, de que no repitiera los errores de Estados Unidos tras el 11-S, cuando no solo invadió Afganistán, donde estaba Al Qaeda, sino, también, Irak.
Aunque atribuyó de manera explícita toda la responsabilidad de los conflictos a Hamás y a Hizbulá, Biden indirectamente pidió a Israel una contención que Tel Aviv rechaza. De hecho, y aunque no citó a ese país, Biden lanzó un mensaje de distanciamiento. Mencionó en dos ocasiones la situación en Cisjordania, donde cientos de palestinos han sido asesinados por colonos y las Fuerzas Armadas de Israel desde que estalló la guerra en Gaza. También equiparó el sufrimiento de las familias de los rehenes apresados por Hamás tras los atentados terroristas del 7 de octubre pasado, que desencadenaron la actual guerra, con el de los civiles en Gaza. «Están pasando por un infierno», recordó Biden de los familiares de los secuestrados, antes de añadir que «los civiles inocentes en Gaza también están pasando por un infierno». El presidente estadounidense también reclamó la creación de un Estado palestino, algo a lo que el actual Gobierno israelí se opone.
La cuasi-guerra entre Israel y Hizbulá fue un tema que tocaron otros jefes de Estado y de Gobierno. Especialmente duro fue el presidente de Turquía, el islamista Recep Tayyip Erdogan, que calificó a Gaza como «el mayor cementerio de niños y mujeres de todo el mundo», y empleó la palabra «genocidio» para referirse a la acción de las Fuerzas Armadas de Israel en el territorio palestino del que salieron los terroristas de Hamas que asesinaron a casi 1.300 personas – un tercio de ellas civiles – en Israel el 7 de octubre.
Turquía es, junto con Qatar e Irán, uno de los principales soportes de Hamás. Teherán es, también, el ‘cerebro’ de Hizbulá, el grupo que está en la actualidad combatiendo contra Israel – aunque, a juzgar por las noticias, más bien habría que decir que Israel le está pulverizando – en Líbano. Biden no mencionó a Irán – que tenía previsto hablar en la Asamblea anoche – más que para repetir el mantra repetido por todos los presidentes de EEUU desde George W. Bush de que «no tendrá bombas atómicas». El presidente iraní, Massoud Pezeshkian, que habló por la tarde, insistió en la intención de su país de volver al acuerdo nuclear firmado por Teherán y la comunidad internacional en 2015, y que fue roto por Donald Trump. Pero Pezeshkian mantuvo la retórica anti israelí que caracteriza a su régimen desde 1979 y que está en los orígenes del actual conflicto.
El riesgo de una guerra regional a gran escala en Oriente Medio es la principal preocupación de esta Asamblea. Pero la parálisis de la ONU, fracturada entre potencias que no se hablan – China y Rusia por un lado; EEUU, Gran Bretaña y Francia, por otro – y con una estructura de poder que, como recordó el presidente brasileño Lula da Silva, recuerda a la del mundo hace ochenta años, le impide jugar un papel más allá que el de mero foro de debate. La ONU es lo que los países quieren. Y cada país tiene una agenda diferente. Un buen ejemplo de ello fue el propio Lula, que ni siquiera mencionó de pasada el fraude electoral de Venezuela, pero sí tuvo tiempo para criticar la inclusión de Cuba en la lista de Estados Unidos de países patrocinadores del terrorismo y para lanzar un sutil ataque a Elon Musk, que se ha visto obligado a aceptar las normas de regulación de contenidos brasileñas para su red social X (la antigua Twitter).
Análisis del discurso de Biden en la ONU: Implicaciones y Contexto Global
El discurso de Biden en la Asamblea General de la ONU representa un punto crucial en su carrera política y en la dirección de la política exterior de Estados Unidos. En un momento de creciente tensión global, Biden no solo busca posicionarse como líder diplomático, sino que también enfrenta críticas y desafíos internos y externos. Su llamada a la unidad y la cooperación se ve contrarrestada por las realidades geopolíticas actuales, lo que sugiere que su legado en la política internacional está lejos de ser claro.
Preguntas Frecuentes sobre el Discurso de Biden en la ONU
- ¿Por qué es significativo el discurso de Biden ante la ONU?
Biden se despidió de la política internacional en una plataforma de gran importancia, destacando su visión sobre la geopolítica actual y la necesidad de cooperación global en medio de crisis como la de Oriente Medio. - ¿Qué temas clave abordó Biden en su discurso?
Biden se centró en la importancia de la unidad, la necesidad de una solución diplomática a los conflictos actuales y abogó por la creación de un Estado palestino mientras hacía un llamado a Israel para moderar su respuesta en Gaza. - ¿Cómo ha sido recibido el discurso de Biden por líderes internacionales?
El discurso ha generado diversas reacciones; algunos líderes apoyan su llamada a la cooperación, mientras que otros critican su enfoque y la falta de medidas concretas frente a la escalada de conflictos, especialmente en Gaza y Líbano.
La política internacional está en un momento crítico donde las decisiones de líderes como Biden pueden definir el rumbo de conflictos prolongados. Con una población cada vez más interconectada y las redes sociales amplificando cada mensaje, la manera en la que se comunican estos líderes es crucial. La Asamblea General de la ONU se ha convertido en un escenario no solo para el diálogo, sino también para la presión pública, donde los discursos de líderes como Biden pueden tener repercusiones que se extienden más allá de las fronteras y afectan la percepción global de cada nación involucrada en estos complejos conflictos.